A la candidata presidencial Nidia Vílchez hasta las puertas del local de Alfonso Ugarte le han cerrado y está por quedarse sin candidatos al congreso.
Nidia Vílchez llegó el 23 de diciembre al local del APRA en Alfonso Ugarte. Había citado por Twitter a las 18:00 horas a una reunión presencial urgente con los dirigentes de Lima y Callao, y vía zoom con todas los líderes de regiones y el extranjero. La agenda única era encontrar respuestas y una salida a la tardía inscripción de la lista de candidatos al congreso del partido. Por el momento están fuera de carrera con solo listas de postulantes inscritos por Arequipa, Junín y peruanos en el exterior, además de la plancha presidencial que ella encabeza.
Más de un centenar de personas acudieron a la convocatoria. Nunca les abrieron la puerta del local partidario. Tocaron, al interior había varios miembros del partido. Pero nunca se permitió el acceso. Nidia entendió el mensaje en ese momento. Sabía que la tardía inscripción de los candidatos al congreso no era una casualidad.
La reunión la trasladó a un local partidario de Miraflores. Allí junto a dirigentes de Lima y Callao, y más de 500 personas conectadas vía zoom, descargó su ira. Culpó al actual Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de boicotear su candidatura y señaló a la cúpula que maneja el partido como responsable directo de inscribir tardíamente a los candidatos al congreso.
Nidia Vílchez enfocó su desazón hacia Mauricio Mulder, Javier Velásquez Quesquén y Elías Rodríguez, secretario general del APRA. Para ella la actitud del personero legal del partido, José Pimentel, de inscribir sin celeridad a los candidatos congresales, responde a un intento de boicot digitado desde la cúpula, la misma que le cerró la puerta del local la tarde del miércoles.
Para las bases del partido aprista resulta extraño que el personero haya pedido a todas las regiones enviar su lista de candidatos a Lima, para que Pimentel haga la inscripción. Y que los únicos que optaron por hacerlo de forma directa con el Jurado Electoral Especial (JEE) de su jurisdicción, como antes se realizaba, lograron su inscripción sin problemas: Arequipa, Junín y peruanos en el extranjero.
Aunque el APRA apeló ante el JEE la anulación de la inscripción de sus candidatos, la primera instancia ha sido adversa. Queda la segunda instancia. Pero también quedan pocas expectativas. Nidia Vílchez ya adelantó a la prensa que declinará su candidatura de mantenerse la actual situación que reduce al mínimo sus opciones electorales.
Con ella fuera de carrera el partido perderá la inscripción en el Jurado Nacional de Elecciones y tendrá que volver a iniciar un proceso de registro para poder participar en futuros procesos electorales.
Pero lo que Nidia solo ha dicho a las bases apristas es que apenas renuncie a su postulación pedirá un congreso extraordinario para refundar el partido y sacar del CEN a quienes consideran que han hecho un gran daño al partido no sólo por la tardía inscripción sino por el contubernio que han tenido en los últimos años con el fujimorismo.
Para las bases la cédula parlamentaria aprista de los últimos años pactó y convivió con la bancada fujimorista en contra de la propia línea exigida por líderes de Lima y provincias, lo cual ocasionó una asociación que ha dañado al partido y llevado a un descrédito que se niegan a aceptar quienes hoy manejan el APRA.
Desde la desastrosa derrota electoral, con Alan García a la cabeza, la cúpula del partido aprista decidió conformar comandos de acción que reemplacen a cada comité ejecutivo nacional, regional, provincial y distrital. Fueron elegidos a dedo, con el argumento que todos los dirigentes que habían sido electos por sus bases en cada región, fracasaron y fueron responsables del traspié en las ánforas.
Esos comandos de acción, que debían reorganizar el partido y realizar elecciones para nombrar nuevos dirigentes regionales, provinciales y distritales, hasta hoy manejan el APRA y son digitados por la cúpula que mira con recelo la candidatura de Nidia Vílchez.
Ella está confiada en poder reorganizar el partido, los 8 443 votos que obtuvo para obtener la candidatura de su partido representan su capital político y refundacional. Pero al frente tiene a una cúpula que está dispuesta no solo a cerrar las puertas del local partidario. La bronca en Alfonso Ugarte recién ha comenzado.