Dos décadas pasaron de un hecho que hoy los fujimoristas tratan de olvidar o maquillar y que marcó el fin del fujimorato.
El 19 de noviembre del 2000, el ex jefe de Estado Alberto Fujimori envió una carta vía fax dirigida al entonces titular del Congreso, Valentín Paniagua, a través de la cual renunció a la Presidencia de la República. Han pasado 20 años de ese momento crítico y el fujimorismo trata de maquillar este pasaje de su historia política indicando que jamás renunció vía fax y que la carta está archivada en físico, en versión original, en el Congreso de la República.
Sin embargo, hace unos años el ex Oficial Mayor del Congreso, José Cevasco, relató lo acontecido el 19 de noviembre de 2000 en un especial de El Comercio:
«Él (José Kamiya, secretario de Palacio de Gobierno) me llama y me dice: José, ha llegado esto. A lo que respondo: Mándamelo para darlo a conocer al presidente del Congreso (Valentín Panigua)», narró.
«A mí me manda un fax, el cual de inmediato se lo llevo al presidente del Congreso y le digo: mire lo que ha llegado», agregó.
Así fue como se anunció al Congreso la renuncia a la presidencia de Alberto Fujimori desde Japón.
Fujimori había viajado el 13 de noviembre del 2000 a la cumbre económica de APEC en Brunei, desde donde partió a Japón. El día 19 envió su renuncia a la presidencia por fax desde un hotel de Tokio.
Fujimori vivió cinco años en Japón y en noviembre del 2005 viajó a Chile, desde donde fue extraditado al Perú el 22 de setiembre del 2007. En el 2009, fue condenado a 25 años de prisión por dos masacres perpetradas en 1991 y 1992 por un escuadrón de la muerte (Grupo Colina) en medio de la lucha contra Sendero Luminoso.
LA CARTA DE RENUNCIA
Tokio, 19 de Noviembre del 2000
Sr. Dr. Valentín Paniagua
Presidente del Congreso de la República
Presente
De mi mayor consideración:
En primer término, deseo expresar a usted mis felicitaciones por su reciente elección como Presidente del Congreso de la República.
Soy el primero en reconocer que hay un nuevo escenario político en el país, una de cuyas expresiones recientes es una nueva correlación de fuerzas en el Parlamento. Consciente soy, asimismo, de posiciones e intereses en ese Poder del Estado, que podrían conducir una confrontación de poder a pesar de mi iniciativa para acortar el mandato presidencial y convocar a elecciones en estricto cumplimiento de la promesa que hiciera en mi mensaje de septiembre y de los acuerdos alcanzados por el Gobierno y la oposición en la mesa de diálogo promovida por la OEA.
A lo largo de estos últimos diez años y como consta al país entero a pesar de errores que reconozco, he actuado sin cálculo político, mucho menos preocupado por la popularidad, circunstancias que hubieran impedido la exitosa ejecución de un programa económico antiinflacionario, el proceso de pacificación interna y, luego, alcanzar la paz definitiva con Ecuador y Chile, entre otros logros fundamentales de mi Gobierno.
Jamás pensé en todas estas oportunidades, sino en los sagrados y permanentes intereses de la República. Actué a pesar de la resistencia ofrecida por el negativismo , la demagogia , el chauvinismo inconsciente e intereses personales o de grupo. Nada de ello me detuvo.
En esa línea principista se inscribió mi decisión de acortar mi mandato de Gobierno y de convocar a elecciones generales para abril del 2001, objetivos ya cumplidos. Aún, sin embargo no se ha recuperado la estabilidad política necesaria para llevar a buen término este periodo de transición que culminará con la elección de un nuevo Gobierno. Abrigo la esperanza de que bajo la honorable presidencia suya esta estabilidad pueda alcanzarse en breve.
He vuelto entonces a interrogarme sobre la conveniencia para el país de mi presencia y participación en este proceso de transición. Y he llegado a la conclusión de que debo renunciar formalmente a la Presidencia de la República, situación que contempla nuestra Constitución para, de este modo, abrir paso a una etapa de definitiva distensión política que permita una transición ordenada y algo no menos importante, preservar la solidez de nuestra economía.
Formulo, pues ante usted, señor Presidente del Congreso, mi renuncia formal a la Presidencia de la República, en concordancia con el artículo 113 inicio 3 de la Constitución Política del Perú.
Hago fervientes votos por el éxito de su gestión, porque eliminada la supuesta causa de desavenencias y desencuentros entre Gobierno y oposición todos se avengan a buscar con serenidad y patriotismo las formas más adecuada de garantizar para el Perú, para su pueblo, un futuro de verdadera democracia, es decir un sistema político que se traduzca en bienestar y desarrollo para la mayoría de los peruanos.
Muy atentamente
Ing. Alberto Fujimori