La pandemia dejará secuelas económicas y sociales. Nadie discute eso ahora. Hace rato que la imagen-país del Perú es una caricatura en el mundo. Un virus hizo más evidente una precariedad que se arrastraba por décadas. Mientras los bien pagados tecnócratas del país se esfuerzan por resanar las fisuras de la caja fiscal, apenas existe tiempo para pensar en la salud mental de millones de peruanos post pandemia y cuarentena.
¿Qué pasará con salud mental del común de los peruanos al final de la cuarentena y en la post pandemia? Sucesos conversó con el Dr. Enrique Bojórquez, ex presidente de la Asociación Psiquiátrica Peruana (APP) y catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
“Hace unas semanas sacaron una norma respecto a la salud mental. Puede ser un documento, pero desde el punto de vista de la práctica no sé qué tan bueno sea. Lo han hecho sin mayor participación de la comunidad científica en general. La APP no ha sido consultada para nada en este tema de la salud mental”, comenta Bojórquez.
¿Cómo vamos a quedar afectados al final de la pandemia?
Debemos tener en cuenta que hay tres grupos a observar: la población en general; los trabajadores de salud y quienes han estado en primera línea; y las personas que tenían problemas de salud mental preexistentes. Tendremos problemas a mediano plazo en todos los grupos. Probablemente la prevalencia de trastorno por estrés postraumático será alta. Vamos a tener prevalencia de trastornos de ansiedad, depresión o problemas de conducta, en niños, por ejemplo. Estudios europeos que empiezan a salir están señalando esos trastornos.
¿Qué tipos de trastornos por estrés se producen?
En general hay dos: estrés agudo y el estrés postraumático. El primero es una reacción inmediata, cuadros que tienen una duración limitada, un mes a dos meses. Se manifiestan en angustia, confusión, depresión, irritabilidad, agresividad, sensación que se vuelve a vivir el hecho. Eso lo habíamos visto antes en gente que participó en la lucha contra la subversión o situaciones de catástrofes. El estrés postraumático es el más difícil. Generalmente comienza a los dos o tres meses de pasado el evento. Allí la característica central es que el sujeto vuelve a vivir el episodio con gran angustia, en sueños, recuerdos, ideas que aparecen. El personal de salud volverá a vivir sensaciones de poder contagiarse o contagiar a su familia. Gente que ha perdido familiares y no la ha visto más o que ha estado internado un mes pasarán por volver a vivir esas sensaciones.
¿Y en el tercero grupo, qué pasará con ellos?
En el tercer grupo, en las personas que tenían problemas de salud mental preexistentes, su situación se agudizará o agravará, en general los servicios y su medicación no han estado atendiendo de manera regular. Gran parte de las patologías mentales son de cursos prolongados, mayormente crónicos, es por eso que necesitan de tratamiento prolongados, que se han visto interrumpidos y se han visto expuestos en el confinamiento, donde son más vulnerables.
¿Cuál sería una gran política de salud mental para lo que viene?
Consultarse con los especialistas para que se pueda trabajar a nivel comunitario, algo que no se hecho. Solo se está pensando en el trabajo de los hospitales, pero no se trabaja en la comunidad. Las comunidades parroquiales tienen soporte para llevar mejor estos temas. Hay que ver bien las pautas laborales que permiten cierta flexibilidad, no vamos a volver a lo que se conocía como normalidad.
¿Otro tema será cómo convivir con la inseguridad o el temor de contagiarse?
Hay que trabajarlo desde abajo, porque esto no se va a manejar con medicamentos, tiene que ver con la conducta. Hay que trabajar en esta perspectiva.
¿Estudiar en este entorno, las clases a distancia, son útiles?
El problema es que estamos tratando todo como si fuéramos un país homogéneo, pero el Perú no es así. Hay zonas rurales donde es complicado aplicar la educación a distancia. Este año está perdido.
¿Qué marcas mentales, si vale el término, va a tener esta generación?
En nuestra sociedad en general, en las últimas décadas, ha predominado el individualismo, el pragmatismo. Pero esta situación nos hace ver que, sin solidaridad, sin empatía por el prójimo, no es posible un mundo factible. Entonces evidentemente que habrá cambios o por lo menos esperamos que cambie algo.
¿En este contexto, si tuviera que hacer algunas recomendaciones básicas para implementar en temas de salud mental, cuáles serían?
Pediría que se convoque a los que conocen esto. En otras palabras, a los científicos, a los expertos, a las instituciones que están trabajando en esto, que conocen. Pensar que desde un escritorio las cosas se van a arreglar es difícil. Hay ideas evidentemente, pero esas tienen que ser organizadas, puestas en marcha a través lo que el sentido común indique. La gente que conoce esto tiene que desarrollar programas que requieren no intuición sino conocimiento, ciencia. Esa es mi principal recomendación, es decir las cosas no se hacen desde arriba. Estamos llenos de normas, llenos otra vez de leyes, de reglamentos, que nadie cumple.