Son siete de la noche. Paradero Plaza Norte. Subir hoy a un bus es retar a la muerte. El transporte público fue siempre un espacio de escaso respeto por el prójimo. Hoy que la pandemia demanda protocolos de cuidado, y el ministerio de Transporte y Comunicaciones (MTC) ha establecido una serie de medidas para evitar el contagio, se tiene la expectativa de cambio y orden. Pero basta con subir a los buses que recorren los distritos populosos y adiós al mayor cuidado.
Según las normas del MTC, los buses deben circular al 50% de su capacidad y todos los pasajeros deben viajar sentados, uno solo por asiento. Para hacer respetar la medida, la policía, con refuerzo militar si es necesario, intervendrá los vehículos que incumplan la ley,
Sucesos decidió experimentar y tomó un bus desde Plaza Norte, en el distrito de Independencia. El bus, conocido como el Chino, recorre la ruta Ancón-Villa El Salvador. La unidad que se abordó estaba tal cual registra la imagen que abre este artículo. Los pasajeros desean viajar solos en cada asiento, pero el cobrador y el chofer permiten el ingreso de más personas, más de la capacidad permitida.
"Viajar con poca gente no es negocio", argumenta el cobrador.
Los pasajeros, muchos agotados después de una jornada laboral, han perdido hasta la capacidad de protestas. Solo desean llegar a casa, aunque no saben si llevan el temido COVID-19 a casa.
"Más de una hora esperando, me cansé y me subí a este carro", dice uno de los pasajeros que como puede trata de acomodarse en un asiento que comparte con un desconocido.
En el trayecto, algunas unidades de policías solo observaban el recorrido del bus. Nadie intervino la unidad.
Bajamos en Acho y decidimos tomar otro bus. Esta vez con destino a San Juan de Lurigancho, el distrito con más casos de COVID-19 en el país. Abordamos la línea 57 . La misma situación, las personas hasta paradas en la unidad. Sin mayor distancia social.
"Viajar a San Juan de Lurigancho en buses vacíos, no pues, eso no pasa aquí", comenta un pasajero mientras trata de alejarse de todos los pasajeros en un amago de distancia social que resulta complicado por el número de personas en el vehículo.
En el recorrido tampoco la policía intervino la unidad. A los ojos de quienes deben hacer cumplir las normas resulta normal viajar en esas condiciones. ¿Qué pasará al final del estado de emergencia? Parte de la respuesta ya se está viviendo.
Por: Steven S. López